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Biobío: Top 1, crecer sin trabajo suficiente, un problema que se agrava

Por Luis Felipe Slier Muñoz – Ingeniero Comercial MBA

La Región del Biobío vuelve a encabezar una estadística que preocupa: la tasa de desempleo alcanzó un 10,1% en el trimestre julio–septiembre de 2025, la más alta del país, según el INE. La cifra representa un aumento de 1,4 puntos porcentuales en doce meses y refleja una tendencia ascendente que tensiona el mercado laboral regional. Superar el 10% de desempleo no puede ser una cifra más; es una señal de alarma que exige acción inmediata

Si bien el Biobío ha mostrado un crecimiento económico por encima del promedio nacional —3,8% en el segundo trimestre de 2025— y mantiene inversiones proyectadas por más de US$ 2.600 millones entre 2025 y 2029, el dinamismo productivo no se está traduciendo en empleos formales sostenibles, especialmente para las mujeres. En Biobío, las mujeres siguen pagando el costo del crecimiento: trabajan más, ganan menos y acceden menos al empleo formal.

Lo más preocupante es la brecha de género. El desempleo femenino llegó a 10,3%, superando el 9,9% de los hombres. Aunque la diferencia parezca pequeña, su persistencia es estructural: las mujeres siguen enfrentando mayores barreras para acceder a empleos formales, y cuando lo hacen, suelen estar concentradas en sectores más precarios, como comercio, servicios personales y agricultura. Su tasa de participación laboral apenas alcanza el 47,4%, frente al 67,1% de los hombres, y la informalidad femenina llega al 28,1%, cuatro puntos más que la masculina. Además, una de cada cinco mujeres trabaja menos horas de las que quisiera, debido a la falta de oportunidades o a las responsabilidades de cuidado no remunerado.

La comparación histórica agrava el diagnóstico. En el mismo período de 2019, antes del estallido social y la pandemia, la tasa de desempleo regional era de 7,4%, con una economía más estable y niveles de formalidad superiores. En seis años, el Biobío ha experimentado un aumento de casi tres puntos porcentuales en su desempleo total, y lo más inquietante es que la recuperación posterior no ha logrado devolver el empleo a los niveles previos a 2020. Esta alza es reciente, pero persistente, y refleja que la región no está logrando vincular crecimiento e inversión con creación de trabajo asalariado estable.  En 2019, siete de cada diez mujeres participaban en la fuerza laboral. Hoy, casi la mitad sigue fuera del mercado formal.

Los sectores que hoy impulsan la economía —energía, construcción y manufactura— son intensivos en empleo masculino. La baja incorporación de mujeres en estos rubros limita las oportunidades de inserción formal y profundiza la desigualdad laboral. El Biobío necesita urgentemente políticas que incentiven la participación femenina en sectores productivos de alto valor agregado, no solo por equidad, sino también por eficiencia económica: incorporar más mujeres al trabajo formal eleva el ingreso regional, mejora la productividad y amplía la base de cotizantes.

¿Es posible revertir esta situación en el corto plazo? No sin una estrategia integral. El desempleo femenino no se resolverá solo con crecimiento o inversión pública; requiere políticas activas de empleo con enfoque de género, mayor cobertura de redes de cuidado infantil y adulto mayor, incentivos tributarios a empresas que contraten mujeres en sectores no tradicionales, y programas de capacitación orientados a la reconversión laboral femenina. Mientras no se aborde esa raíz estructural, las cifras seguirán deteriorándose, incluso si el PIB regional continúa creciendo.

El contexto político agrega urgencia. Ad portas de elecciones parlamentarias y presidenciales, el desempleo del Biobío debería estar en el centro del debate, no como una cifra técnica, sino como un síntoma de desigualdad y desprotección. Los discursos de crecimiento deben acompañarse de compromisos concretos en empleo formal y equidad laboral. La región no puede resignarse a ser el “motor industrial del sur” con una parte de su población —las mujeres— sistemáticamente excluida de ese impulso.  El desempleo del Biobío debería ser tema central en las elecciones, no un punto al pie de página en los discursos.

El Biobío puede crecer más, pero necesita hacerlo con un sentido de justicia social. Superar el 10% de desempleo no puede normalizarse. Si el crecimiento no se traduce en empleo formal, equitativo y sostenible, lo que tenemos no es desarrollo: es una recuperación incompleta que deja a demasiados —y especialmente a demasiadas— fuera del camino.

El Biobío ha mostrado capacidad de crecimiento económico. En el segundo trimestre de 2025, el PIB regional avanzó 3,8%, por encima del 3,1% nacional, gracias al empuje de la manufactura y los servicios. Además, la región tiene en carpeta inversiones proyectadas por más de US$2.600 millones entre 2025 y 2029, principalmente en infraestructura y energía. A primera vista, estas cifras parecen alentadoras. Sin embargo, la verdadera prueba del desarrollo está en el mercado laboral, y ahí la región enfrenta un desafío serio: el desempleo femenino.

El Biobío crece por encima del promedio nacional, pero las mujeres siguen quedándose fuera del mercado laboral formal.

 

 

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