Ahora cualquier barco de guerra será un portaviones.
El dron chino puede despegar y aterrizar sin necesidad de pista, como un helicóptero, gracias a rotores eléctricos, y es capaz de alcanzar velocidades elevadas usando un motor turborreactor.
China ha presentado el que ya se considera un hito en el desarrollo militar, se trata del primer dron del mundo que combina despegue vertical con un motor a reacción de alta velocidad, por lo que es considerado un gran avance para el país asiático.
Desarrollado en la Universidad de Beihang en Pekín, tras una década de investigación, no solo multiplica las capacidades de la Armada china, sino que también plantea un desafío directo al equilibrio naval a nivel mundial.
Según el South China Morning Post, un prototipo de 45 kilos ya ha demostrado despegues estables y vuelos a más de 220 km/h, prueba de que no se trata de un concepto futurista, sino de un sistema real que podría cambiar las reglas del juego en cuanto a armamento militar.
Un dron que puede despegar y aterrizar en vertical.
La aeronave con diseño híbrido utiliza pequeños rotores eléctricos para elevarse como un helicóptero, lo que le permite prescindir de pistas o catapultas de portaaviones. Una vez en el aire, entra en acción el motor turborreactor, que lo impulsa en vuelo de crucero a gran velocidad.
Para mejorar su rendimiento, los rotores se pliegan y quedan cubiertos por un sistema que reduce la resistencia aerodinámica hasta un 60 %. El resultado es un dron capaz de comportarse como un modelo a reacción convencional, pero con la versatilidad añadida de aterrizar en cualquier cubierta.
El fuselaje, construido en fibra de carbono reforzada, le aporta ligereza sin perder resistencia. Está además protegido con materiales capaces de soportar temperaturas extremas, necesarias para operar con seguridad en maniobras repetidas en cubierta.
Pero lo más relevante no es la ingeniería en sí, sino su aplicación estratégica, puesto que cualquier fragata o destructor puede convertirse en plataforma de lanzamiento.
Esto significa que no solo los portaaviones pueden desplegar drones de alta velocidad, lo que abre la puerta a operaciones de enjambre, misiones de reconocimiento en profundidad o ataques de precisión desde buques que, hasta ahora, no disponían de esa capacidad.
Los analistas subrayan un punto decisivo, ya que cada barco se convierte en una base avanzada de drones. Esa capacidad dificulta enormemente que un adversario pueda anticipar el origen de un ataque, lo que multiplica la incertidumbre táctica en un escenario naval ya marcado por la tensión.
La combinación de rotores y turborreactor añade peso extra que en una fase de vuelo u otra se convierte en lastre. Eso reduce la carga útil y el alcance respecto a drones exclusivamente a reacción como el Global Hawk estadounidense o el XQ-58A Valkyrie.
Es decir, no es un aparato diseñado para vuelos intercontinentales ni para transportar grandes cargas explosivas, sino para operar en misiones más específicas de medio alcance.
Aun con esas limitaciones, su valor estratégico es innegable. Estados Unidos sigue confiando en grandes portaaviones y drones de largo radio, mientras que China apuesta por una solución más flexible, como lo es multiplicar las plataformas desde las que puede proyectar poder.
Los drones como arma en las guerras del futuro
Lo que China ha mostrado con este proyecto es solo una pieza de un puzzle mucho mayor. Y es que los drones se están convirtiendo en el arma perfecta para conflictos modernos, con una evolución que en pocos años ha pasado de simples aparatos de vigilancia a plataformas armadas capaces de ejecutar misiones autónomas.
Sus ventajas son claras, ya que son de bajo coste en comparación con aviones tripulados, menor riesgo humano y una capacidad de despliegue masiva que permite saturar defensas enemigas. Hoy existen drones capaces de operar en enjambre, coordinándose mediante inteligencia artificial para superar radares y sistemas antiaéreos.
Otros ya integran tecnologías de guerra electrónica, diseñados para cegar sensores y bloquear comunicaciones antes de un ataque. Incluso se ha experimentado con la integración de chatbots militares que permiten a un operador gestionar múltiples drones a la vez mediante sistemas de mensajería cifrada, lo que convierte a estas plataformas en herramientas temibles.
La tecnología también avanza en sigilo y autonomía, donde modelos de última generación incorporan recubrimientos que reducen la detección por radar y sistemas de navegación que no dependen de señales GPS, lo que los hace más resistentes. Todo ello convierte a los drones en piezas centrales del arsenal del futuro, tanto en operaciones navales como terrestres.
En este contexto, el dron chino VTOL a reacción representa un paso más en esa carrera, no busca sustituir a los grandes sistemas ya existentes, sino ampliar las posibilidades operativas al permitir que buques medianos funcionen como lanzaderas móviles. Esa flexibilidad es la que preocupa a los analistas militares, porque multiplica los escenarios de ataque y complica la defensa.
Share this content: