Por Javiera Briones Ortega
Septiembre llega al país con diversas festividades, siendo sinónimo de celebración. Una de ellas es el esperado Día Nacional del Vino, el cual se celebra todos los 4 de septiembre. A lo largo de Chile, miles de personas participan en diversas actividades para festejar este ícono nacional, que es conocido incluso a nivel mundial por su alta calidad.
Ya sea en catas de vinos, tours por viñedos, eventos culturales o talleres, esta fecha no solo celebra la bebida en sí. La tradición vitivinícola del país, sus viñedos históricos y el esfuerzo de generaciones de productores son también los que han posicionado al vino chileno como un importante referente.
Casi 500 años de patrimonio
Aunque el vino en sí es un fermentado de uva que se originó hace miles de años, para nuestro país la historia comienza unos siglos después. Ya que fue un 4 de septiembre de 1545 que Pedro de Valdivia escribió al rey Carlos V de España, requiriendo “vides y vinos para evangelizar Chile”. Fue aquel capítulo de la historia el cual marcó los primeros avances de la vid en el Valle Central del país.
Los primeros viñedos fueron establecidos en La Serena, Santiago y con posterioridad en Concepción. “Ya hacia el año 1554, las primeras uvas estaban siendo cosechadas, y estas habrían alcanzado para tan solo dos botijas de vino que serían llevadas a misa”, según palabras del historiador Gonzalo Rojas Aguilera. La primera variedad de uva habría sido Listán Prieto, conocida también como la cepa País.
En el siglo XIX, el historiador y político, Benjamín Vicuña Mackenna expresó que “el vino pasó a ser nuestro primer artículo de exportación” durante los siglos XVII y XVIII. Personajes como Inés de Suarez, Rodrigo de Araya y Rodrigo de Quiroga fueron los primeros viñateros de la región, hasta que Chile logró independizarse de España.
Una cepa distintiva
Desde ese momento, el vino chileno no hizo más que expandirse en el mercado. Esto se debe a que la distintividad del producto proviene de uvas traídas desde Francia por terratenientes chilenos, como Cabernet Sauvignon, Carmenère, Chardonnay, Merlot, Petit Verdot, Sauvignon Blanc, entre otras. Debido a ellas, la distintividad del vino chileno proviene de que alberga al Carménère, una cepa que en Francia desapareció, pero que en Chile encontró un territorio ideal para desarrollarse y convertirse en un símbolo nacional.
Es así como, desde hace 10 años, cada 4 de septiembre es una conmemoración del valor de la bebida vitivinícola como parte esencial de la identidad nacional. No solo reconociéndolo como un producto de exportación, sino también como un símbolo de la historia y la cultura campesina del país. A través de esta fecha se pone en relieve el rol del vino en la vida social, económica y cultural del Chile.
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