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La educación financiera

Por Rodrigo Sainz
Founder & CEO Blockchain Summit Latam
Ingeniero Comercial – Master en Finanzas

Luis Felipe Slier Muñoz
Docente Universitario
Ingeniero Comercial- MBA

La educación financiera es definida por la Organización para la cooperación y el desarrollo económico (OCDE) como el proceso a través del cual, los usuarios financieros mejoran su comprensión de los productos, conceptos y riesgos financieros, desarrollan habilidades para ser más conscientes de los riesgos y oportunidades financieras, realizan elecciones informadas y adoptan acciones para mejorar su bienestar financiero.

La educación financiera, entendida como la capacidad de comprender conceptos financieros, evaluar riesgos y tomar decisiones responsables que impacten en el bienestar personal y social, sigue siendo un gran desafío pendiente para nuestro país. En el marco del estudio PISA 2018, cuyos resultados fueron publicados en 2020, Chile participó en el módulo opcional de educación financiera junto a otros 19 países. El resultado: obtuvimos un puntaje promedio de 451, lejos del promedio OCDE de 505 puntos, y más cercano a países como Serbia, aunque por encima de Brasil, Perú e Indonesia.

La evolución del sistema financiero no solo exige mejorar habilidades básicas como calcular el interés compuesto o leer un estado de cuenta. Hoy enfrentamos una revolución tecnológica encabezada por las criptomonedas, las stablecoins y la infraestructura DeFi. Blockchain Summit Latam 2025 se proyecta como un epicentro de esta transformación, conectando academia, instituciones y empresas. Si no integramos esta nueva capa de alfabetización financiera, corremos el riesgo de educar para un sistema que ya está quedando atrás.

Más allá de los puntajes, los niveles de desempeño son reveladores. En Chile, el 30,2 % de los estudiantes está por debajo del Nivel 2 en PISA, sin siquiera habilidades para entender un presupuesto básico o tomar decisiones simples de consumo. Solo un 3 % alcanza el Nivel 5, lo que implica una comprensión profunda, capacidad de análisis crítico de productos financieros complejos y una mirada anticipatoria. Las brechas también son sociales: el quintil más pobre promedia 420 puntos, mientras el más rico supera los 500. Las mujeres están subrepresentadas en los niveles superiores. Y un dato inquietante: el 70 % de los estudiantes dice no haber aprendido a manejar su dinero en el colegio.

Este diagnóstico se torna aún más crítico al considerar que la digitalización ya no es una opción, sino una realidad imperativa. Herramientas como billeteras digitales, pagos mediante QR, contratos inteligentes y plataformas de inversión tokenizada demandan no solo destrezas técnicas, sino una comprensión profunda de sus riesgos y potenciales beneficios. ¿Estamos capacitando a los jóvenes sobre el significado de custodiar sus claves privadas o el funcionamiento de un contrato en Ethereum? Lamentablemente, la respuesta sigue siendo no.

En este contexto, la educación financiera debe ser transversal, obligatoria y actualizada. No puede limitarse a contenidos conceptuales. Debe enseñar a evaluar contratos, calcular el CAE real de un crédito, comprender una tasa de interés variable y, al mismo tiempo, entender qué es una stablecoin, cómo se tokeniza un activo del mundo real (RWA), y qué rol juega la regulación en la protección del inversionista digital. En otras palabras, debemos pasar de una alfabetización financiera básica a una alfabetización financiera integral y contemporánea.

El Blockchain Summit Latam 2025 se posiciona precisamente para abordar este desfasaje, ofreciendo soluciones concretas. Con un enfoque en temas clave como la infraestructura institucional, la regulación de activos digitales y la adopción masiva de tecnologías descentralizadas, este evento propone un nuevo pacto educativo: uno en el que el lenguaje financiero del siglo XXI deje de ser un privilegio elitista para convertirse en una competencia esencial accesible a todos los ciudadanos.

Hoy, cuando miles de jóvenes ya transan criptomonedas sin haber entendido nunca cómo funciona un interés simple, y cuando cada vez más empresas tokenizan activos o reciben pagos en monedas digitales, seguir enseñando finanzas con metodologías del siglo pasado es irresponsable. La brecha no es solo de acceso, sino de sentido.

El déficit de la educación financiera se considera uno de los factores que es causante de diferentes crisis financieras, además de desconocimiento de las personas de cómo hacer un manejo adecuado y consistente de sus ingresos y su situación financiera. Muchas personas por falta de educación financiera adquieren deudas que van más allá de sus reales capacidades y posibilidades de pago, la deuda, en sí no es mala, en la medida que sea acorde a los ingresos permanentes que reciben las personas. En ese escenario, podemos verla como un vehículo para el crecimiento y el desarrollo, permitiéndonos adquirir patrimonio que de ninguna otra forma podríamos obtener.

Sin embargo, para mantener una buena salud financiera, siempre es recomendable asumir una deuda responsablemente, de acuerdo a su capacidad real de pago y a expectativas futuras. Y en caso de estar sobre endeudado, consolidar y reestructurar la deuda con el objeto de bajar su carga financiera.

Enseñar a distinguir entre “lo quiero” o “lo necesito” sigue siendo una base fundamental. Pero hoy también debemos enseñar a distinguir entre una moneda estable respaldada, una memecoin especulativa, y un protocolo descentralizado sin auditoría. La libertad financiera debe estar acompañada de conocimiento técnico, ético y estratégico.

Educar financieramente es una tarea que ya no puede esperar. Pero más aún: debe evolucionar. El desafío de Chile no es solo reducir su brecha frente a la OCDE. Es formar ciudadanos capaces de navegar el presente y anticipar el futuro. En esa ruta, el diálogo entre educación tradicional y disrupción digital no es opcional. Es el corazón de la nueva alfabetización.

Repetir y siempre preguntarse: ¿lo quiero? o ¿lo necesito? #LoquieroLonecesito

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