La Galería Casasur se complace en anunciar la apertura de su nueva exposición Cuerpos que Habitan, que presenta la obra innovadora de seis artistas que explorarán cómo se entrelazan la arquitectura en el entorno urbano, nuestro cuerpo y el espacio. Entre ellos, participará el artista visual Carlo Camin, oriundo de Los Ángeles y licenciado en artes visuales titulado de la Universidad de Concepción. Su obra pictórica, refiere a un trabajo hiperrealista que busca problematizar el ideal de belleza: “Mi trabajo se inspira mucho en los retratos academicistas de la realeza, esas pinturas del neoclásico que realizaban pintores por encargo, retratos que perseguían un ideal de belleza que hoy sabemos no es la norma y que, por defecto, yo a veces sigo buscando”.
A lo que el artista agrega: “Al observar mis obras ya terminadas vuelvo a conectarme con la misma sensación de ambivalencia: que la belleza es nada y a la vez es todo. Quizás, la belleza de una imagen radique finalmente en la capacidad de que no la olvidemos, la capacidad de esa imagen de quedar grabada en nuestra memoria. Es justamente eso lo que quiero transmitir con mis retratos”.
En cuanto a la exposición colectiva, donde participa el artista chileno oriundo de Los Ángeles, ésta, busca que los visitantes experimenten los espacios habitables como un vínculo entre el cuerpo y lo sagrado. A través de un viaje visual y vivencial, se invita al espectador a sumergirse en el proceso de redescubrirse a sí mismo, despertando una conciencia que puede comprender la importancia de explorar el cuerpo como una herramienta tanto creativa como receptiva. La Galería de Arte Casasur es un espacio dedicado a la promoción y exhibición de artistas contemporáneos emergentes y establecidos. Con un compromiso firme con la diversidad y la calidad artística, la galería se esfuerza por conectar a la comunidad con experiencias artísticas significativas.
Para esta muestra colectiva, el cuerpo es un dispositivo central que entrecruza todas las propuestas a exponer en Cuerpos que Habitan, al explorar el mundo de la arquitectura, es esencial verla como parte integral de la experiencia humana, pues el ser humano se acerca a ella como un refugio ante los embates de la naturaleza. El entorno arquitectónico se adapta a la conciencia corporal, creando una red compleja de relaciones métricas, volúmenes y perspectivas sensoriales. Esto resulta en espacios que no solo nos albergan, sino que envuelven y abrazan. En esencia, un cuerpo encuentra su identidad al ser contenido por un espacio, mientras que este espacio cobra vida al ser habitado por un cuerpo. Esta interacción entre forma y función define la esencia misma de la arquitectura.
Entonces, ¿qué significan realmente la arquitectura, el espacio y el cuerpo? Se argumenta que el espacio surge de la arquitectura misma en su relación con el cuerpo. Esto plantea preguntas intrigantes: ¿Qué existía antes de esta “construcción arquitectónica”? ¿Era un vacío absoluto o había otro tipo de espacio? ¿Podemos considerar la arquitectura como un cuerpo en sí misma, receptiva y cognitiva, que nos ofrece un nuevo entorno armonioso para entender nuestra conexión con el universo y lo divino, ya que fue creada en proporción y relación con nuestro cuerpo?
Si esta premisa es válida, estaríamos creando un espacio a través de la arquitectura destinado a fortalecer nuestra comprensión de la relación entre el cuerpo y el universo. Entonces, la arquitectura se presenta como la faceta femenina del universo, generando nuevos espacios dentro de un espacio preexistente para albergar un cuerpo que lo habite, dando lugar a un nuevo espacio que puede contener otro cuerpo. Este ciclo continuo refleja la estructura misma del universo en su armonía.
Desde esta perspectiva, se vislumbra la importancia de habitar el espacio arquitectónico como si fuese una extensión de nuestro propio ser, en perfecta sintonía con los preceptos de la proporción áurea. Nos convertimos en un ente que da vida a un entorno capaz de abrazar un universo entero, incluyendo a otros seres, respetando la armonía y la estética que emanan de esta proporción. Esta percepción se clarifica al conectar conscientemente con nuestro cuerpo, al reconocer las proporciones y las relaciones que lo convierten en un reflejo de la perfección matemática y estética. A través de esta comprensión, nos reconocemos como elementos intrínsecos del cosmos y, de este modo, nos reencontramos con lo divino, porque somos parte de ello. Así, manifestamos la divina proporción en nuestra propia existencia y en la edificación de espacios arquitectónicos que nos envuelven con su belleza y equilibrio.
Comprender la interacción física, motora y sensorial entre nuestro cuerpo y el entorno nos capacita para diseñar espacios que promuevan la salud en nuestro presente y futuro. Richard Neutra enfatiza la importancia de comprender el funcionamiento biológico del cuerpo para informar el diseño arquitectónico, mientras que Ana Mombiedro ve la arquitectura como un servicio basado en un conocimiento holístico del cuerpo.
Share this content: