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Decir no a esa cena de Navidad no es tan grave para los demás como piensas, y la ciencia lo prueba
Si crees que al negar una invitación encontrarás rechazo, probablemente exageras, o eso dice la ciencia.
¿Alguna vez has sentido esa punzada de culpa al declinar una invitación? Según un estudio reciente, esa ansiedad podría ser infundada: las personas suelen exagerar las consecuencias negativas de decir no a invitaciones sociales.
El estudio, publicado en el Journal of Personality and Social Psychology, explora esta dinámica social. A través de diversos experimentos, los investigadores encontraron una diferencia notable entre lo que los invitados piensan que sucederá si rechazan una invitación y la realidad. Resulta que los anfitriones no se toman las negativas tan mal como muchos creen. Decir no, no es tan malo.
Imagina esta escena: estás cansado después de una larga semana de trabajo. Recibes una invitación para una cena el viernes por la noche. Tu primera reacción es declinar, pero luego imaginas a tu amigo, el anfitrión, sintiéndose decepcionado o molesto. Según el estudio, esta percepción es a menudo exagerada.
Los autores del estudio, Julian Givi y Colleen P. Kirk, llevaron a cabo una serie de experimentos con participantes de diferentes contextos. Los resultados fueron claros: los invitados tienden a sobreestimar cuánto se afectarán los sentimientos de los anfitriones. En realidad, los anfitriones suelen entender y aceptar la negativa sin grandes problemas.
El estudio encontró que un notable 77% de los encuestados había aceptado invitaciones a actividades sociales que no querían asistir, preocupados por las posibles consecuencias negativas de declinar. Es decir, una tendencia común a preocuparse en exceso por cómo los demás percibirán nuestras decisiones.
¿Qué sucede realmente cuando decimos no?
Pero, ¿qué sucede realmente cuando decimos no? El estudio revela que los invitados sobrestiman las reacciones negativas de los anfitriones. La reacción negativa es menor de lo esperado.
En términos de datos, se encontró que los invitados estimaron las ramificaciones negativas inmediatas en un promedio de 2.91 (en una escala donde mayores números indican mayores ramificaciones negativas), mientras que los anfitriones registraron un promedio más bajo de 2.52, lo que indica que no se tomaron las negativas tan mal como los invitados creyeron.
Este hallazgo tiene implicaciones significativas. Nos muestra cómo nuestras percepciones pueden distorsionar nuestras decisiones sociales. A menudo, se piensa que declinar una invitación dañará una relación o molestará a la otra persona. Sin embargo, el estudio sugiere que estas preocupaciones son generalmente infundadas.
Los investigadores abordaron los procesos psicológicos que llevan a esta sobreestimación. Señalan que, en muchos casos, la ansiedad social y el deseo de complacer a los demás pueden influir en nuestra percepción de las reacciones esperadas.
Este estudio es un recordatorio tranquilizador. A veces, está bien decir no a una invitación. Las reacciones negativas que tememos son, en muchos casos, solo en nuestra cabeza. Como demuestra la investigación, los anfitriones son generalmente más comprensivos de lo que anticipamos.
Así que la próxima vez que recibas una invitación y tu instinto sea declinar, recuerda este estudio. Decir no, no es tan grave como piensas para los demás.
Fuente: computerhoy.com – LIFE